Podemos decir que, desde principios del siglo XX, han surgido dos posturas opuestas: una que anima al alumno a aprender la lengua nueva "interlingüísticamente" (es decir explotando su conocimiento de la primera lengua) y otra que le anima a aprender la L2 “intralingüísticamente" (manteniendo el aprendizaje totalmente separado de la L1). La teoría psicolingüística de los años 50 dio credibilidad a esta distinción.
También durante los años 50, Ervin y Osgood estudiaron la manera en que los bilingües almacenaban los dos códigos lingüísticos y establecieron un continuo para el sistema de almacenamiento, en el que los dos polos son:
- Bilingüismo coordinado (típico de los bilingües “verdaderos”): en el que las lenguas se almacenan como dos sistemas independientes
- Bilingüismo compuesto: en el que la persona bilingüe ha aprendido la L2 a partir de la L1.
Aunque estos dos sistemas son dos polos del mismo continuo, se atribuyó una superioridad al bilingüismo coordinado. N. Brooks se posicionó a favor de una enseñanza que estimulase la creación de un sistema lingüístico “coordinado" que no hiciese ninguna referencia a la L1.
La exclusión de la L1 del aula no se debe únicamente a esta teoría, también han influido otras razones, socio-políticas por ejemplo (como la dificultad de formar a profesores para clases multilingües).
A partir de 1970, sin embargo, se produce un cambio en la investigación sobre el aprendizaje de lenguas al introducirse la teoría de la interlengua que retoma la idea que aprendemos la L2 a partir de un sistema basado en la L1.
En la actualidad se considera que el uso de la L1 puede tanto favorecer (transferencia positiva) como limitar (transferencia negativa) el aprendizaje. Durante el proceso intervienen elementos de interferencia e hipótesis de comprobación ya que el alumno emplea conocimiento lingüístico para construir una representación mental de la L2.
Según estos puntos de vista y las teorías de ASL, Cummins ha establecido un modelo el “dualismo del iceberg” según el cual la L1 y la L2 tienen ciertas cosas en común así como ciertos elementos específicos.
En la práctica, muchos profesores alternan el uso de la L1 y la L2 y esta alternancia así como los efectos en los alumnos constituyen un área de investigación interesante. Ciertos estudios muestran que en muchos contextos se usa más la L1 y que su uso depende de: el tipo de actividad, la creencia del profesor sobre cómo se aprende más, el papel que el profesor da a la L1 y a la L2 (por ejemplo, si usa la L1 sólo para la disciplina), así como el papel que los alumnos dan a la L1 y a la L2 (si por ejemplo sólo usan la L2 para las actividades prácticas). Los estudios también han demostrado que cuánto más usa el profesor la L2, más la usan los alumnos.
Aunque no existen reglas establecidas sobre el uso o no de la L1, se anima a los profesores a que sean flexibles, según las necesidades de los alumnos. La L1 puede proporcionar apoyo y seguridad a ciertos alumnos, servir de lanzamiento para las actividades comunicativas, etc. Lo importante es saber que la L1 puede ser útil y, por tanto, es interesante saber maximizar su potencial. También tenemos que tener en cuenta el nivel de los alumnos, sobre todo para actividades que conllevan una rentabilidad máxima en el aprendizaje: por ejemplo, en los casos en que el nivel sea muy bajo, la planificación de actividades, la evaluación, las instrucciones... no serán entendidas bien si usamos exclusivamente la L2 y tendremos que recurrir a la L1 del alumno para desarrollar adecuadamente el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Según Atkinson hay 3 razones para permitir un uso limitado de L1:
-Usar la L1 es la estrategia preferida del alumno (sobre todo en los niveles más bajos): puesto que es un fenómeno natural, deberíamos trabajar de acuerdo a esta tendencia.
-Permitir la L1 es un rasgo de enseñanza humanista que permite al alumno decir lo que quiere y evitar frustación. Debemos estimular el uso de la L2 y no prohibir la L1
-Usar la L1 para explicar ciertos elementos complejos (gramática o instrucciones, por ejemplo) puede ahorrar tiempo.
Aunque aceptemos que la L1 tiene un lugar en el aula, la interacción en L2 es vital para progresar, por lo que no hay que desarrollar una dependencia excesiva a la L1 que podría causar los siguientes efectos negativos:
- sentimiento de que “realmente” no se entienden las cosas hasta que se traducen
- incapacidad de observar diferencias entre los usos de las palabras de la L1 y la L2
- los estudiantes se expresen en la L1 incluso cuando ya pueden hacerlo en la L2
- los estudiantes no perciban que en muchas actividades es esencial el uso de la L2.
Además, en muchos casos, la lengua que el profesor usa en clase es la única oportunidad de escuchar la L2 en situaciones significativas. Es decir un abuso de la L1 priva al alumno del "input comprensible”. Por otra parte, es fácil controlarnos a nosotros mismos para no usar la L1, pero es más difícil evitar que los alumnos usen la L1 entre ellos. Por lo tanto, y como hemos dicho antes, no debemos implantar de forma dogmática el uso exclusivo de la L2, sino estimular su uso constante y voluntario.
Ventajas de la traducción (según E. Alonso 1994):
- Ahorro de tiempo: la traducción proporciona una solución fácil y efectiva (sobre todo si el alumno se bloquea con un elemento que nos desvía del objetivo).
- Ayuda para aclarar un concepto: sobre todo cuando el alumno tiene una ligera idea pero quiere seguridad
- Respeto al hábito de aprendizaje de los alumnos: muchos alumnos han aprendido con la traducción. Si les obligamos a aprender de otra manera pueden sentirse frustrados. En estos casos, es mejor un uso controlado para dar seguridad y, poco a poco, hacerla menos frecuente.
- Medio de comprobación: después de haber explicado algo en L2, un alumno lo formula en la L1
Peligros de la traducción (según E. Alonso 1994):
- Buscar siempre el equivalente exacto: a veces un término de la L2 no existe o se corresponde a varios en la L2 o es muy difícil de traducir
- Abusar de ella: se establece una rutina de explicar y usar la L1 porque es más fácil
- Si se utilizan ambas lenguas, los alumnos pueden desconectar de la parte en L2 porque saben que la tendrán en L1
- Si el grupo es multilingüe, podríamos ayudar más a unos alumnos (si el profesor no controla todas las lenguas por igual)
- Los alumnos estén tan acostumbrados a la traducción que se den las traducciones entre ellos mientras que el profesor explica en L2
- Que se olviden las palabras ya que no se han trabajado en contexto
- Que la lengua sea menso accesible y menos natural ya que los alumnos primero tienen que buscar en su lengua y luego traducir.
En otros capítulos se habla de la importancia del uso de L2 en el trabajo en grupo. A muchos profesores les preocupa que los alumnos usen la L1 durante el trabajo en grupo pero esta elección depende de los aprendientes. Los estudios muestran una alternancia de códigos que M. Hancock (1997) denomina alternancia de lenguas "por capas" (o layering), según la cual los alumnos usan una u otra lengua dependiendo de las definiciones o las percepciones que tengan del tipo de actividad que realicen. Por ejemplo, en un juego de rol, utilizarán la L1 para relacionarse como iguales (lo que llamamos el estatus en el "endogrupo") pero utilizarán más la L2 cuando empiecen a representar el juego de rol, cuando empiezan a actuar. En general, los alumnos, cuando empiezan a actuar, tienen presente un "público" imaginario: el actuar implica una audiencia que puede ser un tercer participante, un hablante nativo imaginario o el mismo profesor. Los alumnos al tabajar en grupos construyen un marco de referencia “no literal” o una identidad fingida para justificar el uso de la L2 y esto es lo que hace posible que el trabajo en grupos en L2 funcione en contextos de alumnos con la misma L1.
Además, cuando los alumnos trabajan en grupos utilizando la L2, se pueden producir muchos enunciados en L1 al servicio de funciones específicas. Algunos de estos usos de L1 serán imposibles de erradicar. Según Hancock, no todos los casos pueden ser remediados. Cuando los alumnos usan la L1 por defecto sí podemos proponer actividades que estimulen el uso de la L2. En cambio, en los casos en que los alumnos eligen la L1 por casualidad o con un fin comunicativo concreto (por ejemplo contar un chiste), no conseguiremos erradicarlos.
Según lo que hemos visto, podemos decir que los estudios recientes en Adquisición de Segundas Lenguas, así como la realidad sociopolítica de muchos contextos de enseñanza, conciben el aprendizaje de lenguas como una actividad interlingual y en la actualidad los debates se centran sobre el rol de la L1 en el aula de L2. Sin embargo hay que decir que la traducción ha recuperado cierta credibilidad (que se le había negado por la estrecha relación que tiene con el método de Gramática-Traducción) e, incluso, se le empieza a admitir cierta aceptabilidad al método Gramática-Traducción puesto que esconde un enfoque interlingual.
FUNIBER, Grupo 23. Modos de conducir el aula.
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